Sobre la «Gran Renuncia» (parte I)

Ofrecemos unos apuntes -divididos en tres partes- relativos a un tema polémico y pocas veces tratado en su visión histórica: ¿Qué es lo femenino y lo masculino en el vestir? ¿Por qué aún se considera “afeminado” que el hombre se maquille, se adorne o decore su apariencia? Esperamos resulte de interés conocer un poco las razones…

Poco más de medio siglo fue necesario para que se diera como un hecho lo que muchos teóricos de la moda han denominado como la gran renuncia. Tomando como inicio la Revolución Francesa de 1789 y como su estabilización la década de 1830-40, el proceso que derivó en el establecimiento del traje burgués masculino fue lento y sus consecuencias provocaron cambios drásticos tanto en el concepto como en la forma del traje masculino

ESPLENDOR DEL TRAJE MASCULINO

Con el origen de la moda –en su etapa artesanal y espontánea- el lujo comenzó a ser parte esencial de la vestimenta de las clases pudientes a partir de los siglos XIII y XIV. Esta tendencia a adornar excesivamente el traje había sido introducida desde el Oriente. Bizancio fue un ejemplo de ello y su influencia se hizo sentir ya desde la época de Carlomagno, cuyo séquito -a pesar de las restricciones del rey- se destacó por la fastuosidad de sus túnicas de seda ricamente bordadas e incrustadas en oro y piedras preciosas.

El absolutismo –como sistema político monárquico que caracterizó a la Europa del siglo XVII- propició una mayor concentración de la moda en manos de la corte. De ella emanaba no sólo la proyección económica y política de una nación sino también los patrones artísticos y del vestir. Las cortes de los monarcas europeos se convirtieron en los centros de moda del mundo. Los cortesanos sustentaron en ellas una posición de privilegio edificando una fuerte trinchera contra la competencia burguesa.

Desde la primera mitad del siglo XVII se observa en el hombre un especial interés por la apariencia

Desde la primera mitad del siglo XVII se observa en el hombre un especial interés por la apariencia

El arreglo diario de un cortesano duraba varias horas

El arreglo diario de un cortesano duraba varias horas

1701. Rigaud, Hyacinthe. Retrato de Luis XIV

1701. Rigaud, Hyacinthe. Retrato de Luis XIV

Este poder de los monarcas sobre la moda encontró en Francia las condiciones propicias, llegando a obtener una fuerza no superada jamás. El esplendor de la corte francesa bajo la dinastía de los Borbones se destacó desde sus inicios, pero la centralización absoluta en cuanto a modas se refiere la obtuvo el reinado de Luis XIV, quien se convirtió en soberano en cuestiones de normas del vestir. A él se debió la introducción en la vida cortesana de patrones de conducta, modos y modas dirigidos a restringir los excesos de la tan habitual vida licenciosa y disipada de su alrededor. El atuendo por él adoptado se convertiría en moda una vez difundido en su imagen. Toda innovación en cuestión de indumentaria debía contar con su aprobación, lo cual no limitó el gasto en la indumentaria, sobre todo, en la ropa del cortesano.

“La excesiva decoración y el lujo en el atuendo masculino superaban, en la mayoría de las ocasiones, al de la mujer. El traje de los caballeros era extraordinariamente rico y se prestaba a toda la magnificencia y disipación. La señora de Sevigné formula un presupuesto para su yerno, el conde de Grignán, quien no vivía en París, sino en una provincia, y en él incluye 20,000 francos anuales para su atavío y sólo 6,000 para su esposa. Luis XIV, al recibir al embajador persa, en 1715, llevaba en la casaca y en el sombrero diamantes por valor de 12 y medio millones de francos…” (Max Von Boehn. La Moda. Tomo IV. Pág.250). “Luis XIV, al recibir al embajador persa, en 1715, llevaba en la casaca y en el sombrero diamantes por valor de 12 y medio millones de francos”. (Max Von Boehn. La Moda. Tomo IV. Pág.250)

1630. William Larkin-Richard. (detalle)

1630. William Larkin-Richard. (detalle)

Largilliere. Ex-voto a Sainte-Genevieve (detalle)

1670’s. Largilliere. Ex-voto a Sainte-Genevieve (detalle)

1735. Johann Gottfried Auerbach -Kaiser Karl VI  Ölgemälde

1735. Johann Gottfried Auerbach -Kaiser Karl VI Ölgemälde

La desenfrenada vida de lujo y placer desarrollada por los nobles bajo el reinado de Luis XV era excesiva; mientras se consumían anualmente dos millones de potes de colorete y se escuchaban las orientaciones de un «ministro de modas», el tesoro público se agotaba paulatinamente. Las casacas y chalecos se bordaban en oro, plata o seda de brillantes colores reproduciendo en ellos escenas de obras literarias, el uso de dos relojes con dijes colgantes en el frente del calzón, la costumbre de aclararse rostro y cabellos con polvos de arroz, son sólo algunos de los ejemplos que podrían ilustrar la carrera por la ostentación en los siglos XVII y XVIII.

1743. Maurice Quentin de la Tour -El conde de Villars, Gobernador de Provence

1743. Maurice Quentin de la Tour -El conde de Villars, Gobernador de Provence

Con esta vestimenta presenció el cortesano francés la caída de su régimen en los intensos años que correspondieron a la Revolución Francesa. Una imagen distinta se le enfrentaría como representativa de una nueva clase en el poder. Con ella, había surgido el germen del traje burgués masculino…(continuará)

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