Actrices para la historia. Sara Bernhardt – «The Divine Sarah»

Cuando en 1874 en la Comédie Française se anuncia que una nueva actriz representaría ‘Fedra’, de Racine (papel interpretado anteriormente por la famosa Rachel), nadie podía imaginar la excepcional acogida excepcional de público y crítica hacia el trabajo de la nueva intérprete trágica. El triunfo fue completo, una nueva actriz llegaría a cautivar al espectador con un gran talento, con una excepcional intuición para captar la psicología de los personajes, mostrando arranques de pasión intensa, exhibiendo con gran fuerza sentimiento y patetismo. El público llenaba los teatros y la idolatraba: había surgido el mito de la diva Sarah Bernhardt.

 

Sarah Bernhardt

Sarah Bernhardt

Nacida en París, en 1844 como Rosine Bernardt de madre judía con ascendencia holandesa, quien ejercía la prostitución de lujo y que tuvo varias hijas, todas de padres desconocidos. Sarah se formó en el monasterio de Grands Champs, en Versalles, en cuyo pequeño teatro comenzó a actuar en funciones colegiales. Debutó el 11 de agosto de 1862 en la Comedia Francesa, con la obra «Iphigénie» de Jean Racine. Después de algunos fracasos a causa de su carácter, en 1864 inició una apasionada relación con Charles-Joseph Lamoral, príncipe de Ligne, quedó embarazada y el príncipe la abandonó. Sin trabajo en el mundo del teatro y con un hijo, siguió los pasos de su madre convirtiéndose en una cortesana de lujo. Sarah no abandonó su actividad como cortesana hasta que su carrera teatral se hubo afianzado con éxito y pudo mantenerse sólo con el trabajo que le reportaba el teatro.

Su verdadera carrera profesional comienza en 1867 con su debut en el Teatro del Odéon con «Las mujeres sabias» («Les femmes savantes») de Molière. Participó en muchos montajes teatrales, alternando la vida teatral con la vida galante. La fama le llegó en 1869 con «Le Passant» de François Coppée, una obra en verso de un solo acto. Sarah, además, hizo por primera vez en esta obra un papel masculino, el del trovador Zanetto. Repetiría más veces haciendo de hombre en varias obras más: ‘Lorenzaccio’, ‘Hamlet’ y ‘L´Aiglon’.

Sarah Bernhardt en el papel de Lady Macbeth

Sarah Bernhardt en el papel de Lady Macbeth

 

Sarah Bernhardt en "Hamlet"

Sarah Bernhardt en «Hamlet»

 

Sarah Bernahrdt

Sarah Bernahrdt

El estilo de actuación de Bernhardt se basaba en la naturalidad. Detestaba profundamente las viejas normas del teatro francés donde los actores declamaban histriónicamente y hacían gestos sobreactuados. Rompió con todo lo establecido profundizando en la psicología de los personajes. Estudiaba cada gesto y cada entonación del texto que debía decir buscando la perfección natural sin que se notara ningún tipo de artificio. Destaca en su arte que representando siempre a grandes heroínas de tragedia o reinas, siempre huyó de la sobreactuación y de la afectación. Son famosas sus escenas de muerte, en las que en vez de según sus propias palabras, «ofrecer toda una retahíla de patologías» tales como estertores, toses, gemidos agónicos, profundizaba en el acto de morir desde el punto de vista psicológico y sentimental.

La carrera de Sarah Bernhardt fue larga y dilatada. Interpretó papeles muy alejados de sí misma, tanto en sexo como en edad; aún en sus últimos años, su voz mantuvo el timbre cristalino y puro que llevó a Marcel Proust, después de verla representar ‘Fedra’, a inmortalizarla como la gran actriz trágica La Berma, en la novela ‘A la recherche du temps perdu’ (En busca del tiempo perdido).

Bernhardt trabajó en una tradición teatral en la que el público iba a contemplar a la actriz más que a la obra. Supo rentabilizar esta circunstancia supervisando cada detalle tanto de su participación en las obras como en la promoción de su imagen. Supo rodearse de todo aquel que la admirara y pudiera apoyar aún más su imagen de diva: los modistos más cotizados de la época (Worth, Jacques Doucet, John Redfernd), pintores, ilustradores fotógrafos…todos se rendían ante la fuerte atracción y personalidad de esta delgada, rubia, independiente y culta mujer…

Sarah Bernahardt en "Ruy Blas" de Victor Hugo

Sarah Bernahardt en «Ruy Blas» de Victor Hugo

Sara Bernard 31
Sus inquietudes artísticas llegaron incluso a las artes plásticas y a la literatura; publicó obras de teatro, relatos y otros textos. Se la llamó «Reina de la postura y princesa del ademán». Entre sus excentricidades se cuentan sus viajes en globo, algunas pantomimas que representó o el hecho de que se mandó construir un lujoso ataúd, forrado de terciopelo violeta, que siempre iba con ella y en el que se acostaba con frecuencia. Alta y delgada, con ojos oscuros y una inmensa presencia escénica, independiente y culta, dominó la escena francesa durante cincuenta años. Convertida en su tiempo en diva y con el tiempo en mito…Sara Berndhardt fue y será siempre…»The Divine Sarah».

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